"Todo va a seguir igual". Así contestó la reina consorte Sofía de Grecia, en su reciente visita a la ONU, al ser preguntada por la abdicación de su cónyuge, el rey Juan Carlos I.
Una corta y significativa frase, digna heredera de la conocida "Todo está atado y bien atado", atribuida al sanguinario dictador Francisco Franco. Todo va a seguir igual, a la velocidad del rayo. Si en un fin de semana reformaron la Constitución, para introducir un techo de déficit público. Si en pocos días se cargaron la justicia universal, para contentar a norteamericanos y chinos –y dejar en la impunidad a asesinos, genocidas, torturadores, piratas, tratantes de blancas, narcotraficantes–. En dos semanas van a dejar ventilado el asunto de la sucesión dinástica borbónica. Si pusieran el mismo ahínco y rapidez en medidas contra el gran fraude fiscal, sociales, y redistributivas del trabajo y la riqueza, seríamos la envidia de Europa.
Los españoles seguimos siendo inmaduros para decidir el modelo de jefatura del Estado. Los poderes fácticos se encuentran muy cómodos con una monarquía títere que les ampara. Es un riesgo inútil preguntar al pueblo; no vaya a ser que opte por la república. Una presidencia de la república a elegir cada varios años; ¡qué lío! Mejor el mismo –en masculino, gracias a la Ley Sálica (establecida en España por Felipe V)–, durante varias décadas.
Resulta curioso y sospechoso el cambio de criterio de Su Majestad el Rey. De no quererse ir ni a tiros (de cazería de elefantes), ni a hija e hijo político imputados, pasa, en pocos meses, a abdicar del trono. Su mensaje de abdicación tardó horas en ser grabado; dicen que por las lágrimas de emoción. Podrían ser lágrimas de rabia, por verse obligado a dejar el "cargo" vitalicio y hereditario. Por abdicar, a regañadientes, de la Corona. Le ha ganado la partida Isabel II del Reino Unido –quizá por la ayuda de la ginebra, como en el caso de la Reina madre–.
Desde luego el momento ha sido estratégico. Aprovechando la actual mayoría absoluta (y absolutista) parlamentaria, PP-PSOE. Después del batacazo electoral en las Elecciones Europeas; con la sorpresa de Podemos y el repunte del voto de izquierdas. No debían tener muy claro que los resultados electorales del próximo año les permitieran colocar y colarnos, por segunda vez tras el franquismo, a un Borbón.
Le tienen más miedo a las próximas elecciones que al desempleo, la pobreza y la desigualdad. No se olvidan de las Elecciones Municipales de 1931, cuyo resultado supuso la proclamación de la II República Española. Es una cuestión ética y estética, no genética. Es la sincronía de la elección popular, frente a la anacronía de la perpetuidad dinástica.
Todo el aparato mediático estaba dispuesto para la campaña de márquetin monárquico. Publirreportajes y monográficos en la prensa escrita; programas de radio y televisión. Juan Carlos I, el libertador y padre de la patria, héroe del golpe de Estado de 1981 (?), valedor de la democracia. Felipe VI, el discreto y muy bien formado, heredero de la mejor genética de cada uno de sus regios progenitores. La progresía periodística, de la mano del "TDT party". Escenarios cómodos, como actos con empresarios y plazas de toros, para asegurarse los aplausos.
Si pudieran utilizarían el método Ludovico ("La Naranja Mecánica", novela y película) forzándonos, mediante drogas y ojos permanentemente abiertos, a contemplar el descarado y estomagante lavado de cerebro promonárquico. Si no pueden condicionar a los jóvenes, o a las cientos de miles de personas que salieron a las calles reivindicando un referéndum, siempre les quedarán los niños –y el ministro Wert–. Total, estos cientos de miles de ciudadanos republicanos, son a sumar al millón docientos mil frikis que votaron a Podemos. Afortunadamente cada vez les cuesta más narcotizarnos. Nos quedan varias semanas/meses por delante: primero la abdicación; después la proclamación (coronación, entronización); luego el mundial de fútbol; a continuación más Felipe VI y reina consorte Letizia...
Del anciano Rey cazador campechano, pasamos al joven Rey superpreparado. Tan formado como tantos miles de jóvenes españoles. De los que tienen que abandonar el país en búsqueda de empleo. De los que podrían optar a ser presidente o presidenta de la república; sin importar la nobleza de su cuna y de su sangre, ni su sexo. Felipe de Borbón siempre podría presentarse como candidato a la presidencia de la república; pero en igualdad de condiciones respecto al resto de sus conciudadanos –que no súbditos–. Su padre, ahora que perderá por unos meses su irresponsabilidad penal, ¿responderá de dónde proviene su multimillonario patrimonio? Máxime cuando, según parece, llegó al trono con una mano delante y otra atrás. No se llegará a tal situación, ya lo están apañando: lo incluirán en la enorme lista de los 10.000 aforados españoles; de los cuales 2.300 son políticos –Alemania, Reino Unido, Estados Unidos: ninguno; Portugal e Italia: sus presidentes–.
El nudo del franquismo es muy fuerte. No permiten que el pueblo lo desate, pacíficamente y con la fuerza de las urnas. Pero un nudo puede deshacerse de dos formas. Como manifestó Alejandro Magno, tras conquistar Frigia y cortar el nudo gordiano: "Tanto monta cortar como desatar". La tercera está más cerca. Ya nada sigue igual. Nada será igual.
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