Se acabó agosto —el recreo, que diría el ministro García Margallo—. Sofía de Grecia, la reina consorte de España, retorna al palacio de la capital del Reino; procedente de su residencia veraniega del palacio palmesano de Marivent —la que debería ser para uso y disfrute del pueblo, pero cedida irregularmente para uso exclusivo de la familia real—.
A la reina le debe de agradar mucho el clima mediterráneo balear y, ya de paso, amortiza un poco las infrautilizadas y caras instalaciones del complejo de Marivent. También silencia por unos días los lloriqueos de los grandes hoteleros mallorquines (los mismos patriotas que deslocalizan en el Caribe sus beneficios insulares), y de los súbditos gobernantes y políticos baleares, encabezados por el 'president' José Ramón Bauzá —el ínclito farmacéutico de oro, de cargo institucional presuntamente incompatible—. Y, porqué no decirlo, está una temporada (más) alejada de su pareja de derecho, el rey Juan Carlos I de Borbón.
Ya nos hemos acostumbrado a retribuir con dinero público matrimonios de conveniencia regios, de una jefatura del Estado basada en la herencia de la sangre. Pero se nos hace un poco cuesta arriba contribuir con todas las instituciones y poderes del Estado a la desimputación de la infanta Cristina de Borbón; y a pagar el carísimo destierro dorado en Suiza de ella y de sus descendientes infantes. Además de cornudos, apaleados.
Como es habitual en los últimos tiempos, la estancia en Palma de parte de la familia real es un visto y no visto. A la experiodista y princesa consorte a tiempo parcial, Letizia Ortiz, no le hace mucha gracia Mallorca. Dice que estar en la isla no es tener vacaciones. Desconocemos los términos del contrato de trabajo de miembro de la Casa Real: jornada de trabajo, descanso diario y semanal, vacaciones; retribuciones; etc. Puede que la hayan incluido en un ERE de reducción de jornada, o de suspensión temporal de la relación laboral; y así evita el fastidio de ejercer de princesa en suelo balear. Por supuesto que, en estos últimos casos, no dudamos de que le habrán aplicado una reducción proporcional del generoso salario público, que le pagamos todos los contribuyentes del Reino de España. También debemos recordar que, dentro del complejo de Marivent, se construyó la principesca residencia veraniega de Son Vent; que evidentemente es aún menos utilizada por el príncipe Felipe de Borbón y Grecia, y consorte e hijas.
En casi todas las fotos de la prensa, vídeos e imágenes de televisión, especialmente de los medios de comunicación locales; referidas a las visitas más o menos oficiales de la reina, veíamos una alta sombra masculina de pelo engominado, camisas de manga larga remangada y pulseras: era Bauzá, el 'president del Govern de les Illes Balears'. El 'president' no la dejaba ni a sol ni a sombra; vestido con uniforme habría pasado inadvertido como uno de los asistentes militares de turno del rey —ya saben, los que le acercan las muletas, la escopeta de cazar elefantes, el vaso de agua o los papeles del discurso—. Podría dar origen a malentendidos; podría ser que algunos de los millones de turistas que vienen a Balears, atraídos por el veraneo de la familia real española (por supuesto), confundiesen a Bauzá con el rey de España.
Paralelamente, entre foto y foto, Mallorca y el resto de islas, recibían la visita (oficial o de ocio) de autoridades y ministros. Han trascendido las exigencias imperativas del ministro de Exteriores, García Margallo, para amarrar el yate de recreo en el que navegaba, aunque el puerto afectado estuviera completo. La ministra de Sanidad y Asuntos Sociales, Ana Mato, se coló fugazmente en la foto oficial de la visita real al Banco de Alimentos (véase el siguiente párrafo); pero, al igual que no sabía del Jaguar que su exmarido aparcaba en la puerta de casa, no debe saber mucho —pues no dio ninguna explicación al respecto, salvo lamentarlo— de la muerte en Mallorca del senegalés Alpha Pam (residente en España desde hacía ocho años, fallecido en abril víctima de una tuberculosis). Pam carecía de tarjeta sanitaria, en esa sanidad pública (?) que, cínicamente, la ministra y su partido dicen que sigue siendo universal —de asistencia universal por la vía de urgencias, concretamente—. La ministra no pasó por ningún centro sanitario ni pisó ningún hospital, público o privado; seguramente para evitar abucheos, y porque su majestad no debía tener previsto fotografiarse en tales escenarios.
No faltó Bauzá a la visita que la reina hizo a Cáritas; organización a la que el Govern que preside (del Partido Popular) ha recortado medio millón de euros de ayuda (un 56,88% menos). Y fue sonada la visita de Sofía de Grecia al Banco de Alimentos de Mallorca. Aquí vimos al sustituto de Bauzá (y competidor político de su mismo partido), Mateu Isern, el alcalde de Palma. Si, como parece ser, el Ajuntament de Palma no colabora con el Banco de Alimentos, se necesita tener caradura para hacerse la foto. Sofía de Grecia tuvo una idea brillante (expresada en su dificultoso y principiante castellano): por qué no piden comida a la gran cantidad de cruceros que atracan en el puerto de Palma. La respuesta, por obvia, no deja de ser lapidaria: porque los bancos de alimentos no trabajan con comida perecedera. Es inútil preguntar por la ayuda institucional, incluida la Casa Real, a este tipo de organizaciones; pues es de sobra conocido que el Estado ha desertado de sus obligaciones de amparo social, para retrotraernos a una sociedad de la beneficencia y la limosna. Menos fotos y más vergüenza.
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