Si hiciéramos un poco de historia-ficción imaginando métodos de guerra sucia entre nuestros semejantes, probablemente podríamos retrotraernos hasta nuestros ancestros. No sería descabellado pensar en algún núcleo de primates superiores, en alguna cueva al abrigo de las inclemencias meteorológicas. Tampoco el uso de métodos más o menos violentos, sucios o secretos para conseguir armas, herramientas, comida, fuego, información; de alguna otra tribu de otra cueva. Avanzando a velocidad meteórica llegamos hasta el uso más sofisticado del espionaje bélico, la guerra fría, o los servicios secretos civiles o militares.
Ya sabemos que por el bien supremo de la patria, la conservación de las líneas geográficas de los países y, por supuesto, por la seguridad y tranquilidad de los ciudadanos; es imprescindible el mantenimiento de los ejércitos y los servicios secretos. Por este bien común hemos oído a políticos defender la necesidad de que alguien se tenga que ocupar y preocupar por las alcantarillas de la nación. Por esa máxima hemos visto cómo se pretendía justificar el uso de peligrosos atajos, en todo tipo de regímenes políticos e ideologías; en nuestra Europa occidental, para el mantenimiento de la denominada democracia. Recordemos el uso gubernamental del terrorismo para combatir el terrorismo –no comparen el terrorismo de Estado con cualquier otro "menos justificable"–.
El próximo domingo 25 de noviembre son las elecciones al Parlament de Catalunya. Convergència i Unió (CIU) ha gobernado apenas dos años, con el apoyo del Partido Popular (PP). No es extraño el soporte político, en dos partidos situados en la derecha ideológica; por mucho que ahora el PP acuse a CIU de peligroso secesionismo. Es lógico, pues, que el PP (aunque ahora pretenda esconderlo) haya apoyado unos Presupuestos de la Comunidad que actúan como arma de brutales recortes sociales y económicos. Es la misma lógica de agresión económica y social que ejecuta en el Gobierno del Reino de España (y otros autonómicos) el PP.
Parece ser que por una rabieta financiera del president de la Generalitat de Catalunya, Artur Mas, se ha puesto en campaña electoral la independencia de Catalunya. El nacionalismo de derechas catalán de Mas frente al nacionalismo de derechas español de Rajoy. Y en esta apuesta soberanista el president no se ha quedado solo. Cuenta con un importante apoyo de la sociedad catalana (dejando aparte las guerras de cifras de la manifestación de la Diada); amén de otros partidos políticos y organizaciones de diferente signo ideológico. Lo que no aclara el president es si cuando alcance esa ansiada independencia económica que le otorgaría un Estado propio catalán, se acabará el uso de la tijera de los recortes. No le oímos decir que ese hipotético nuevo Estado catalán (¿republicano o monárquico?) no contaría con las fronteras que delimitan, no ya los mapas geopolíticos, sino los poderes económicos y financieros.
Creo en Europa. Pero no en la Europa de la especulación financiera, los banqueros y las grandes corporaciones. No en la Europa de los mercaderes y el gobierno de los mercados. Creo en una Europa de los pueblos. En una Europa verdaderamente democrática, de y para los ciudadanos europeos. Y siento un profundo respecto porque los diferentes pueblos y nacionalidades tengan la capacidad de decidir sobre su futuro, sobre su encaje socio-político. Es legítimo que el pueblo catalán pueda decidir sobre ello. ¿Que es anticonstitucional? La Constitución se puede cambiar; ¿no se reformó en pocos días, para incluir un aberrante techo de gasto público?
Los defensores de la unidad del Estado se han asustado. Ante las legítimas comparaciones con otros territorios (europeos o no), como Escocia y Quebec; ponen en marcha toda su artillería política y diplomática para "aclararles" a los catalanes que la independencia supondría la salida de la maravillosa Unión Europea (UE). Que fuera de la UE y del BCE sólo se encontrarán frío y oscuridad. Que tendrán que ponerse a la cola y llamar a la puerta de entrada. Que España sería la primera en vetar su ingreso. Que España no compraría sus productos. Que las empresas huirían de su territorio. ¡Qué miedo!
Pero la investigación y el rigor periodísticos entran en juego. Un medio de comunicación (el diario "El Mundo") publica un misterioso "borrador de informe policial", acusando de corrupción a las familias Mas y Pujol. Medio de comunicación que no se caracteriza, precisamente, por su amor a la identidad socio-cultural y la lengua propia catalanas. La acusación incluye cuentas en Suiza. Del "borrador policial", ni la policía ni el Ministerio del Interior terminan de aclararse, ni encuentran físicamente dicho borrador, que a su vez dicen que contiene una recopilación de informaciones policiales y judiciales. Un auténtico cachondeo.
Respecto a las cuentas en las que Artur Mas se dice que aparece como beneficiario, esperamos que alguien nos aclare este punto, desde la óptica bancaria y mercantil. El ser beneficiario de una herencia no es delito. Si hablamos de beneficiario de una cuenta, en España podemos interpretarlo como "autorizado". Ejemplo: podemos estar autorizados en la cuenta de nuestra comunidad de propietarios, cuando ejercemos cualquier cargo en dicha comunidad, a tenor de la Ley de la Propiedad Horizontal. O en la libreta de nuestros padres; siendo ellos los titulares y responsables jurídicos de dicha cuenta. Si no se cumplieran las obligaciones tributarias, tendría que actuar la correspondiente Administración, depurando responsabilidades.
Que actúe la justicia. En los presuntos casos de corrupción política. Y en cualquier otra responsabilidad administrativa, civil o penal en la que hayan podido incurrir el resto de actores de este grotesco sainete (periodistas, políticos, empresarios, etc.). Sainete al que se ha sumado el ex teniente coronel (Guardia Civil) golpista Antonio Tejero. El digno heredero de los militares sediciosos fascistas del 36, ha presentado una denuncia contra "Arturo" Mas, por "provocación, conspiración y proposición para la sedición". Si Don Ramón de la Cruz levantara la cabeza...
Mañana es jornada de reflexión para los votantes catalanes. Es difícil predecir el impacto que tendrá el elemento soberanista. También lo es respecto a las salpicaduras de la basura proveniente del alcantarillado mediático, político y gubernamental. Seguro que los ciudadanos y ciudadanas catalanes serán capaces de decidir democráticamente su futuro. Sin olvidar los dos últimos años. Sin dejarse atemorizar. Sin dejarse engañar. Sin trucos. Sin miedo.
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