Cuando aún no ha terminado la fiesta anterior, se inaugura el siguiente baile de las fusiones bancarias.
El objetivo es que queden en España alrededor de media docena de bancos. Aquello de la "defensa de la competencia" no importa mucho; todavía menos si reducimos el mapa al ámbito autonómico y local.
Y es precisamente en el ámbito territorial más reducido, donde también más golpea y golpeará el desmantelamiento del sistema de cajas de ahorros y obras sociales. En las bibliotecas, en los centros para la tercera edad, en las guarderías, en los proyectos sociales, etc. Por mucho "marketing" que pretende desmentir los hechos, esa es la cruda realidad.
Entre las parejas de baile sobresale la pretendiente Bankia. Inmersa aún en el proceso de integración tecnológica y operativa de sus siete cajas de ahorros –la sociológica y de cultura empresarial durará muchos años–; y en el ajuste de oficinas y de personal (todavía está vigente el ERE que autoriza hasta 4.000 despidos).
Los trabajadores (y clientes) de Bankia ya han sufrido la primera integración informática, la de Caja Ávila (una de las cajas más pequeñas del SIP), que fue un auténtico caos. En semana santa está prevista la integración informática de la segunda caja del banco de cajas, Bancaja.
En esta situación, y después del primer matrimonio forzado –con infidelidades de Bancaja y su presidente Olivas, pero sin posibilidades de separación o divorcio–, Caja Madrid/Bankia parece que tendrá que incrementar su poligamia. En pocos días se han barajado dos candidatos: BBVA y CaixaBank –aunque La Caixa ya era una vieja candidata a unirse con Caja Madrid–.
Isidre Fainé ha desmentido los rumores. Rodrigo Rato guarda silencio; en diciembre dijo que no estaban previstas nuevas fusiones pero, en la situación actual, una semana es una eternidad. La matriz de Bankia, Banco Financiero y de Ahorros (BFA), se ha apresurado a asegurar que este verano superará los nuevos y duros (dobles) requisitos de capital y de provisiones.
Pese a ello, todo apunta a que la siguiente ola de fusiones, patroneada por Luis de Guindos, se está cociendo en secreto (como siempre). También influirán las penalizaciones anunciadas para las fusiones no ejecutadas antes de un año.
Otra consecuencia, sean cuales sean las uniones, será otro brutal ajuste de oficinas y de puestos de trabajo; en esta reestructuración sin fin del sistema financiero; en esta privatización y entrega a la gran banca de las cajas de ahorros/obras sociales.
Mientras tanto, la economía real sigue asfixiada. Más aún, si cabe, con los continuos recortes económicos, sociales, laborales y de los servicios públicos y la función pública.
El Banco Central Europeo le regaló por navidad a la banca, al 1% de interés, medio billón de euros; dinero que en teoría debía revertir en las economías productivas. De esa cantidad los bancos depositaron el 80% en el propio BCE, y con el resto invirtieron en deuda pública al 5% de rentabilidad. No es de extrañar que el crédito no llegue a los autónomos y pymes; al igual que a los ciudadanos y sus familias: ni les llega el crédito, ni muchas veces se les da una alternativa a la ejecución de sus hipotecas ni al desahucio de sus viviendas.
Se pueden cambiar constituciones en unos cuantos días, para incluir absurdas cláusulas de contención del gasto público, obedeciendo las órdenes ultraliberales de los mercados. Pero no se pueden cambiar los tratados europeos, para que el BCE sea un banco de los estados (prestamista de última instancia o último recurso), y no un banco de bancos, que permite la especulación de sus subordinados.
Otra vez se abre el juego en el Gran Casino de fusiones bancarias, con miles de millones de euros de dinero público en apuestas.
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