En Alemania no encontraremos ninguna calle del "Fürher". En Italia tampoco leeremos en ningún rótulo plaza del "Duce".
En España. Seguimos manteniendo infinidad de calles, avenidas y plazas con nombres como "del Generalísimo", "del Caudillo"; por no decir de "Francisco Franco", de "José Antonio", etc.
Los Ayuntamientos siguen incumpliendo la (tímida e insuficiente) conocida como Ley de la Memoria Histórica.
El Valle de los Caídos (Cuelgamuros, Madrid) es el único monumento fascista de Europa. Es una vergüenza que siga constituyendo un megamausoleo al dictador fascista (y escribo fascista, no franquista) Francisco Franco Bahamonde.
Dictador responsable de crímenes perpetrados no sólo durante la Guerra Civil —desatada por la sublevación e intento de golpe de estado contra la legalidad vigente de la II República Española, con su traición y encabezamiento—, sino durante años después de finalizada. Ejecutor de cientos de miles de asesinatos: por cada asesinato de Mussolini, Franco perpetró 10.000.
Construido con la sangre y el sufrimiento de miles de presos republicanos. Y, para mayor escarnio, con miles de restos de republicanos hurtados a sus familias, ya que el Caudillo no tenía suficientes cadáveres de "su bando nacional" para rellenar la cripta.
Y, a estas alturas de la historia, la Comisión de expertos se descuelga con una propuesta de traslado de los restos del sanguinario dictador, "con permiso de la familia" y "con permiso de la Iglesia".
Por otra parte, resulta un atentado a la historia y a la inteligencia el que se pretenda establecer una equidistancia entre los muertos de ambos bandos: los del bando sublevado contra la legalidad republicana vigente, mal llamado "nacional", fueron sepultados dignamente; los del bando republicano, despectivamente calificados como "rojos", fueron vilmente enterrados en las cunetas de los caminos y cerca de las tapias de los cementerios, donde este Estado llamado democrático tolera que continúen. El "atado y bien atado" del caudillo fue obedecido y mantenido por la Sacrosanta Transición.
El Partido Popular triunfador ya lo ha dejado claro: "vamos a dejar estos asuntos un poco al lado" (González Pons "dixit"), como en gran parte hizo antes el PSOE.
Nunca es el momento apropiado para recuperar la memoria, reparar y hacer justicia. En la transición, por el ejército (y la Iglesia); ahora, por la crisis económica de "los mercados".
Megamausoleo para un megagenocida, "in saecula saeculorum".
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